Una tertulia con Fernando Sanmartín
La dulzura narrativa con que se enlazaban, uno tras otro, los capítulos de la obra de Fernando, eran fiel reflejo de la ternura personal que transmite este maravilloso escritor. Sus palabras, amables, cercanas y sosegadas, nos brindaron la posibilidad de ir desenvolviendo poco a poco, como de si de un precioso regala se tratara, cada uno de los temas, las frases redactadas, las metáforas brillantemente elaboradas, las ideas suscitadas...
De sus palabras se extrae la visión de un hombre que ha sabido ser un gran observador de la vida, de las personas, de lo cotidiano y de las pequeñas-grandes historias personales. Sus personajes, humanos y sencillos, adquieren la característica de universales. Son el espejo en el que el espectador halla siempre un reflejo con el que se identifica.
Fueron muchas las conclusiones a las que se llego en la tertulia de ayer. Una de las maravillas que encierra la obra de Fernando es que durante su lectura el espectador va recordando su propia infancia, va narrando una historia paralela junto al autor y ambos, lector y escritor, se convierten en cómplices de lo secreto.
¡Gracias Fernando!
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ana a. -