Día de la Mujer
Conmemoramos el Día de la Mujer con Poesía...
Y DIOS ME HIZO MUJER
Gioconda Belli (Nicaragua, 1948-)
Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos, nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer
[todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
CHICO WRANGLER
Ana Rossetti (San Fernando, 1950-)
Dulce corazón mío de súbito asaltado.
Todo por adorar más de lo permisible.
Todo porque un cigarro se asienta en una boca
y en sus jugosas sedas se humedece.
Porque una camiseta incitante señala,
de su pecho, el escudo durísimo,
y un vigoroso brazo de la mínima manga sobresale.
Todo porque unas piernas, unas perfectas piernas,
dentro del más ceñido pantalón, frente a mí se separan.
Se separan.
LAS MANERAS
Ada Menéndez (Gijón, 1972-)
Me han querido de muchas formas:
A golpes
porque te quiero tanto que lo hago por tu bien,
en silencio
porque te quiero tanto que no es necesario decírtelo,
a escondidas
porque te quiero tanto que nadie puede saberlo.
Pero yo
sólo quiero que me quieran de una forma:
Sin pasar miedo ni un solo minuto
recordándomelo todos los días
gritando a los cinco océanos la verdad,
porque quererme tanto
de otras maneras
es una puta mentira.
Hilda Doolittle (Estados Unidos, 1886- Suiza, 1961)
No soy fantasía poética
sino una realidad biológica,
un hecho: una entidad
como ave, insecto, planta
o célula de un alga;
vivo; estoy viva;
cuidado: ignoradme,
negadme, no me reconozcáis,
evitadme; porque esta realidad
—éxtasis— es contagiosa.
AMOR
Pablo Neruda (Chile, 1904-1973)
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado, y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.
¡Cómo sabría amarte, mujer cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más.
. MUJER Y MADRE
Elisa Kidané (Eritrea, ?-)
Mientras el sol ardiente
quema impetuoso tu rostro
que tratas de proteger con tus manos.
Mientras la arena
quema tus pies desnudos
que hunden sus pasos
con la esperanza de dejar huella
de una historia infinita.
Mientras el cántaro rebosante de agua
encorva tu espalda pero no tu corazón,
deseoso de apagar la sed
de los que amas.
Mientras tu vientre
esconde, nutre y protege
el enésimo fruto de tu anhelo,
de un amor más verdadero y humano...
Otros, extraños y lejanos a ti,
a tu mundo y a tus problemas,
que nunca te han visto
ni saben quién eres...
Otros hacen programas
para dirigir tu futuro
y deciden según sus esquemas
cómo y cuándo tendrás que ser Madre.
Otros, usurpando tu derecho de palabra,
pensamiento y opinión,
codifican según sus intereses tu silencio,
pisotean tu dignidad de mujer
e ignoran tu privilegio
de Madre de la Humanidad.
Entonces,
mientras el sol ardiente
quema impetuoso tu rostro,
una fuerza nueva te nace dentro
y te empuja a apresurar el paso
para dar vida a tu sueño milenario
de justicia y liberación
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