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LOS GIGANTES DE LA LUNA
Gonzalo Moure
Pablo creyó que el niño se llamaría Sálamo, porque un niño que adoptaron sus primos el verano pasado se llamaba así. Empezó a buscar información sobre el Sahara en enciclopedias y en muchos sitios más. El desierto, los camellos, los hombres con turbantes y todo aquello le llamaba mucho la atención. Su sorpresa fue cuando un día al llegar a su casa, su madre le contó que ese niño de Sáhara no iba a ser un niño, sino ¡una niña! A Pablo le pareció una noticia dolorosa. Cuando fueron a recogerla al aeropuerto, vio que era una niña con una sonrisa preciosa unos ojos negros y el pelo con brillos rojizos. Su madre enseguida le encanto Naísma, que así se llamaba la niña, mientras que Pablo permanecía distante.
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